"Lincoln"
Quisiera retomar el hilo de mi blog
hablándoles de “Lincoln”, la película. Le aseguro que hacía mucho tiempo que no
veía una cosa tan abúlica como ésta de la que les hablo. Miren, en resumen, va
de las cábalas guerreras del Abraham Lincoln más político, del
hombre-esposo-padre, de los dimes y diretes parlamentarios sobre la
decimotercera enmienda a la Constitución americana, de las rivalidades entre la
América del Norte ufana e industrial, y la del Sur, esclavista y anquilosada en
el pasado... y de poca cosa más.
Pasa por alto el Lincoln menos humano, a
quien se la soplaba un poco el tema de la esclavitud, porque su propósito no
era otro que exportar el desarrollismo industrial del XVIII norteño a los
Estados del Sur. ¿Cómo iban a crecer con histeria descontrolada unos Estados
cuya fuerza motriz de su economía era la mano de obra negra?
A los del Norte no les bastó su expansión
hacia el oeste, allí había vacío. Bueno no, había indios, pero al oeste lo
llamaron “terra nullis” para esquivarlos y poder hacer allí de las suyas a sus
anchas. Es decir que se las ingeniaron para hacerse creer que eran tierras sin
nadie. Aun con todo, tenían que tocar lo que no sonaba a los Estados del Sur. Que
la economía de estos últimos estuviera más orientada a los intercambios con
Europa no favorecía mucho el desarrollo de un mercado interior americano. Y eso
cabreaba de lo lindo a los Estados del Norte, a la par unionistas hasta la
médula.
Si de paso todo esto tenía que costarle la
vida a un milloncejo de americanos... pues qué se le va a hacer.
También hubiera estado bien un epílogo que
acabara por explicarlo absolutamente todo. Claro que entonces el final hubiera
sido más prosaico. Hubiera estado bien explicar que la decimotercera enmienda
fue papel mojado, un antecedente, sí, pero paja. Los gobiernos del Sur se lo
montaron para que en lugar de esclavos se les llamara obreros, pero que en
resumidas cuentas aun estuvieran peor. ¿Se imaginan cinco millones de negros
sin saber adonde ir y en busca de trabajo? Pues como en España, cinco millones
de parados dejándose tomar el pelo por empresarios infames.
¡Ah! Y en el Norte también había y hubo
esclavos. Ni unos eran tan modernos ni los otros tan carcas.
Se tuvieron que esperar cien años justos
hasta que un tal Martin Luther King sí que consiguió la derogación de las leyes
que favorecieron la segregación racial. Entonces sí que fueron “equals”. Hasta
entonces, ya saben, palicitas a los negros, autobuses, cines, médicos,
sandalias... para negros, que oiga usted, que es negra y que me ha hecho sombra
y ahora me duele... En resumen, hasta entonces, la sociedad americana no estaba
preparada para creerse eso de la 13ª enmienda, ni Lincoln se la creyó. A partir
de entonces, los sesenta.
Lo que más me indigna es que me tomen el pelo.
Me indigna que el director de cine de turno haga una película con vistas a
mantener su mega poltrona intacta en los “óscars”, y que uno no pueda partirle
la cara luego por semejante tomadura de pelo. Porque lo que sí que es “Lincoln”
es una mierda con sombrero. Tediosa, aburrida, abúlica, soporífera... muy mala.
Superficial, y dura nada menos que ¡¡142
minutos!! Un horror.
A mí es que me entra la claustrofobia tanto
rato en el cine engullendo engendro. Lo que pasa es que estas lagartas saben
que lo que tienen entre las manos es vapor de agua y la película se salva por
las interpretaciones, por los decorados, vestuarios... y otros motivos florales.
Bueno no, las interpretaciones de Daniel Day-Lewis, Sally Field, o Tommy Lee
Jones no tienen nada de floral, son soberbias.
De hacerla bien, Spielberg hubiera necesitado
300 minutos de metraje, pero tal como lo hizo con 90 minutos le hubiera
sobrado.
A Spielberg no se le da bien el tema de la
esclavitud, es un tema que tiene ahí enquistado. ¿Alguien recuerda “Amistad”?
No, nadie la recuerda ya. De “Parque Jurásico” nos pasamos ya a “Salvar al
soldado Ryan”.
En fin, apabullante. ¡No la vean! Si quieren
un buen producto que desentraña los recovecos de la Guerra Civil Americana con
suma fidelidad, recuperen la serie “Norte y Sur”. Me dicen luego.
Déjense de ver historias de presidentes contadas de manera absurda y soporífera ( sólo abría los ojos para maravillarme de la actuación de la gran Field) y disfruten con las historias de Victor Hugo con 'Los miserables'
ResponEliminaExacto, vayan a ver "Los Miserables".
ResponEliminaNo sé como aun perdéis el tiempo yendo a ver películas que son para el consumo interno de los EEUU, aunque luego intenten hacernos pensar que esa grandiosidad de sus ilustres antepasados es compartida por el resto de occidente, puro colonialismo cultural.
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