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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: desembre, 2010

Les cuento mi sueño

Esta noche pasada he tenido un sueño; last night I had a dream. Era una noche nublada y lluviosa. En la calle los perros hacían caca. Los coches no respetaban los semáforos en rojo. Los gatos arañaban a todo el mundo. Y las ratas cantaban ópera de Puccini. En medio de la confusión, del desorden y del caos, llegaba un momento en el que se hacía la luz. Un sol brillante emergía en mitad de la noche convirtiéndola en día. El cielo se abría y ahogaba la tempestad. Los perros dejaban de hacer caca y se convertían ellos en caca, transformándose luego, a la luz del sol, en ceniza. Los coches se paraban en los semáforos y las ancianitas podían llegar hasta el otro lado de la vía, que no de la vida. Y las ratas; las ratas cantaban como Supertramp. Pero aun algo más pasaba. Una inmensa nave intergaláctica llegaba desde el cielo. Una nave que olía a plomo y titanio se depositaba en la plaza de la Almendruca. La nave, de un color muy tonto, deslumbraba a la gente que paseaba por la plaza de la

ATERRIZA COMO PUEDAS

Imatge
Este verano pasado hice un largo viaje que implicó el uso del avión como medio básico de transporte. Quince días antes de emprenderlo, empecé con los trámites básicos con los que uno se prepara siempre un viaje, a saber; revisar la documentación, cambiar moneda, comprar “Fortasec”, y observar como se desarrollaba el sempiterno conflicto de los controladores aéreos. Vaya, lo de cada verano. No voy a tirar de hemeroteca porque dedicarle ese tiempo a estos pesados me da mucha pereza, pero recuerdo como bailaron las fechas en las que los controladores afirmaban que probablemente harían su huelguita de turno. Que si en día tal dirían cuando, que si cuando lo dijeran ya dirían hasta cuando... en fin, parecía como si hubiera un problema de agendas, que impedía a los controladores organizarse de una manera lógica. Debe de ser que dadas las fechas, algunos aun estaban por volver de sus vacaciones. Pendiente de sus decisiones estuve durante quince días, ya ven, con el viaje pagado y el “Fortas