He visto “Mamá” (2013). Más allá del argumento o de las interpretaciones,
me gustaría centrarme en la frase del cartel de la película: “El amor de una
madre es para siempre”. A vueltas con el amor materno que mueve el mundo.
Hace ya tiempo, mucho tiempo, en un debate de aquellos con cierto rigor y
sin verduleríos, un debate nocturno claro está, escuché algo que todavía
recuerdo. Sin duda es lo único que recuerdo de cuando Belén Esteban aun era una
niña. Fue una frase de la simpar Pilar Rahola. Eran los tiempos de una Rahola
política, junto a aquel defenestrado Àngel Colom, más comprometida con el
feminismo y que lucía menos escote abisal. No sé porqué he dicho esto del
escote, tal vez porque en el debate feminista ha sido siempre complicado ver
escotes donde caben bombonas de butano.
Decía el señor de turno algo así como que; qué suerte la de las mujeres,
quienes son capaces de albergar vida en su interior, de crearla, de sentirla, y
de parirla. Que él se descubría ante el hecho de la maternidad y que la envidiaba
a raudales.
Bueno, este señor no hizo otra cosa que subrayar una vez más el gran
argumento que desde la voz masculina y basándose en lo biológico, ha permitido
siempre la reducción de la mujer al ámbito de lo doméstico. Dicho de otro modo:
a fregar platos y a cambiar pañales.
La Rahola espetó al contertuliano de turno diciéndole que ya bastaba de
blandir ese argumentito tan rancio de la maternidad como hecho diferencial,
porque eso había permitido a los hombres durante milenios vivir muy bien y
menoscabar el protagonismo social y político de las mujeres. Este último es un
argumento que se blande desde lo feminista desde los años cincuenta del siglo
pasado.
Y en 2013 las cosas han mejorado en la apariencia pero no en la esencia.
Ahora nos movemos por una especie de sistemas de cuotas femeninas que se han
incorporado a nuestra manera de funcionar como sociedad, pero en esencia, ya
ven que desde las grandes pantallas de cine se inoculan mensajes como “El amor
de una madre es para siempre”. Una obviedad, sin dudarlo, pero también es para
siempre el amor de un padre, el de una abuela, el de tía Pura, el de un
perro... La particularidad de esta frase es que sigue redundando en los mismos
argumentos de siempre, en el “nena, lo tuyo es cambiar pañales y fregar platos”.
A mí es que me indignan esas frasecitas muletilla porque menoscaban otros
amores posibles, tan o más intensos si caben, que van más allá del parir
biológico. Por una parte porque
ciertamente minusvaloran el amor paterno, pero por otro, tontas, que parece que
no os dais cuenta, porque reproducen el discurso de toda la vida que reduce el
protagonismo femenino al ámbito puramente doméstico y familiar. Os decimos que
sois unas heroínas del pañal y vosotras os dais golpes en el pecho, vaya.
Y en este sentido “Mamá” toma como práctica el de cepillarse a todo padre
posible para convertir a las madres en sendas luchadoras en el barro por el
control de unas niñas desquiciadas. No digo más porque no quiero desvelar nada.
Práctica que ya funciona en “Lo imposible”, por cierto. Al padre lo mandan
a tomar viento con dos, subrayo dos, niños a su cargo para focalizar la
película en la madre y en su súper hijo mayor, y en una relación que se acaba volviendo
edípica. No sé muy bien como interpretarla; no sé si trasluce a un niño
patriarca o a un niño potencialmente gay.
Hace una semanas por facebook circulaba una foto de una madre con cara de
extasiada que mecía entre su brazos a un bebe de semanas de edad. La foto lucía
la siguiente frase: “¿Hay algo más protector que el abrazo de una madre?”. Y a
partir de esa frase los “Me gusta” se contaban por millares, apostillados casi
siempre por otras de madres arrebatadas de todo el mundo. Yo también contesté
diciendo: “Sí, el de un padre”. Para evitar leer insultos no volví a consultar
ese “post” pero seguramente me pondrían suave.
Después recapacité y pensé que yo también había caído en la trampa al basar
mi breve participación en el rancio y arcaico argumento del padre protector del
bienestar de madre e hijo/a. Otra trampa que fundamenta el funcionamiento de toda
sociedad patriarcal.
Y es que no innovamos nada, todo está inventado ya, ciertamente. Seguimos
perpetuando imágenes atávicas de padres cazadores y recolectores y madres que
amamantan a todas horas. Lo único que innovamos es que con el paso de los
siglos a la imagen del “amamante” le hemos dado una pátina de modernidad llamándole
matriarcado. No obstante, no nos engañemos, este es un matriarcado inventado y
consentido por hombres que continúan la insignificación de las mujeres más allá
de los ámbitos domésticos. Y lo hacen a través de frases, o conductas, lapidarias
que bombardean nuestro imaginario desde las grandes pantallas de cine. Así que
menos golpes en el pecho y a ver si espabiláis.
De igual modo,las mujeres siempre se enorgullecen del amor hacia sus hijios por encima del de su pareja, pero ellas ni se imaginan ni se pueden llegar a pensar, porque si así fuera caerían en el alcoholismo más absoluto, que sus despreciados maridos piensa lo mismo de ellas. También para ellos sus hijos son lo más importante de sus vidas
ResponEliminaBuen argumento "dexterino". ¿Cómo no se me ocurrió a mí? ante aquellos lapidarios "Antes mis hijos que mi marido", quizá no se plantean que un padre pueda decir lo mismo: "Antes mis hijos que mi esposa".
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